Tu mochila vs tu espalda

Todos sabemos lo que es  para qué sirve, nos va a acompañar durante todo el Camino. Suele ser lo primero que compramos, y la cogemos grandota para que quepan cuantas más cosas mejor, con muchos bolsillos y cremalleras, una funda fosforito para que no se moje, etc, etc. Hacemos bien. Una mochila grande está bien para que el equipaje quepa holgadamente, que podamos colocar la playstation, el portátil, la cámara de video, los chorizos y el jamón, la olla expres, sartenes y cubiertos para cuatro, por si se junta algún amiguete, la guitarra, el libro que empezamos a leer la semana pasada y otros dos por si acabamos pronto, un paquete de 500 folios y la caja de pinturas para escribir el diario que si sobran ya los reciclaremos, la manta de lana, las sábanas, el albornoz para la ducha, las toallas, el plumas, el ropero, el hornillo, la bombona de butano, el coche y ya. No creo que necesite nada más. 

Tu camino será bien cortito, porque en cuanto intentes subir la mochila al  portaequipaje del bus o del tren, te va a dar un crack en la espalda que te va a dejar sentado, y claro, se acabó el camino.Esto que es una exageración, no dista tanto de la realidad como puede parecer. He visto peregrinos que, al segundo o tercer día,  facturan a casa una bolsa llena de cosas que, aunque tarde, se dan cuenta de que no les van a servir para nada.
La mochila puede ser todo lo grande que quieras, dentro de los catálogos habituales de venta. Las hay desde 30 litros hasta 120, el tamaño es importante, pero no lo es tanto como la cantidad de cosas que metamos dentro y su peso. En una mochila de 50 litros, cabe perfectamente todo lo necesario y seguramente sobrará espacio. Todas tienen cinchas para colgar en los hombros, pero no todas son regulables. No todas tienen cinto para atar a la cintura, etc. Vamos a concretar lo que podría ser el ideal de mochila 10.

  • Tamaño ajustado a la carga. Con 50 litros debería ser suficiente, pero si crees que te apañarás mejor, cógela de 80, que luego se puede regular a menor capacidad. .
  • Puede ser de material sintético, preferiblemente impermeable, aunque esto se suple con fundas adaptables y ajustables.
  • La parte posterior debe de estar acolchada, reducirás así la fricción
  • IMPRESCINDIBLE que tenga armazón rígido, del material que sea, normalmente metálico (las hay de fibra o plásticos  y resinas también muy resistentes, más ligeras aunque  más caras)
  • IMPRESCINDIBLE también el cinturón para fijar a la cintura
  • Las cinchas de colgar a los hombros, cuanto más anchas mejor, y con una correita que las une por el pecho una vez puesta.
  • Todas las correas y cinchas tienen que ser ajustables, esto es, que se puedan apretar o aflojar a voluntad, esto lo harás no solo la primera vez, sino cada vez que te pongas la mochila, así que comprueba que se puedan regular con facilidad.
  • Lo ideal es que tenga acceso al interior por arriba, por abajo y por el centro del cuerpo principal.
  • Es muy útil que tenga bolsillos, suelen ser dos, uno a cada lado del cuerpo principal, pero independientes, es decir, el bolsillo es como un balcón de la mochila, no como una cueva.
Si conocemos cómo trabaja el tandem mochila-espalda podremos evitar molestas  lesiones que pueden estropearnos el Camino.

La mochila es un peso muerto colgado de forma continuada de los hombros, lo que obliga a la columna vertebral a arquearse hacia atrás en una postura antinatural. Para contrarrestar esto, nuestros músculos lumbares y nuestros hombros, se rigidizan y empujan hacia arriba y hacia adelante, en un intento de volver a la curvatura normal. Esta tensión continuada, puede producir, calambres, tendinitis, distensiones y contracturas que nos van a fastidiar la fiesta con toda seguridad. Para relajar esta musculatura en tensión durante la marcha es posible tomar alguna precaución que ahora veremos. Hay otro tipo de lesiones que se producen en el momento de cargar el peso, por un sobreesfuerzo, dan lugar a microrroturas musculares y distensiones. Las lesiones óseas no suelen producirse si no tienes algún tipo de desviación importante, o una enfermedad ósea que fragilice tus huesos. En este caso, puedes usar algún tipo de carrito para llevar el peso y olvidarte de cargar tu espalda.

Podemos prevenir estas lesiones tomando las siguientes precauciones:

  1. Esfuerzos continuados: Aquí es donde juega la cincha de la mochila que se ata a la cintura. Si cargamos todo el peso de la mochila sobre nuestra cadera, los hombros no van a cargar nada, solo se molestarán en impedir el vuelco hacia atrás de la mochila. Nuestro tren inferior (cadera, gluteos y piernas) está acostumbrado a cargar con el peso de todo el tronco, tiene una fuerte estructura ósea y una potente masa muscular, es una máquina perfecta para repartir la carga balanceándola de derecha a izquierda, adelante o atrás según apoyes un pié u otro. Y teniendo en cuenta que soporta aprox el 70% de nuestro peso, el de la mochila le parecerá canijo. El problema está en los hombros, si dejamos que vayan hacia atrás con el peso de la mochila, nos van a arquear la columna, y esto no es bueno, y si los mantenemos en tensión por la carga, se lesionarán tarde o temprano. Así pues, toda la carga a la cadera y a los hombros lo justito para que no se vuelque la mochila hacia atrás, para ello, aflojamos al máximo la cinchas de los hombros antes de colocarnos la mochila a la espalda, apretamos el cinturón firmemente, sin pasarse que hay que respirar, justo en  la pelvis, que no oprima el vientre y quede generosamente sujeta a la cadera. Seguidamente ajustamos las cinchas flojas de los hombros hasta notar levemente el peso de la mochila. Veremos que la mochila se ajusta perfectamente a nuestra espalda, entonces sujetamos las dos cinchas con la correita por delante de nuestro pecho, y entonces ya la mochila y nosotros seremos todouno. Siempre que te detengas a descansar y pares más de 8 ó 10 min, quítate la mochila y haz giros de hombros primero, y de brazos después, no al revés, tienes que relajar la tensión, no calentar el músculo. Si la parada es más corta, intenta apoyar el culo de la mochila en un poyete o mesa, o pedrusco, descarga en él  el peso y afloja las correas, todas menos la cintura. gira los hombros para relajar tensión y no olvides volver a apretarlas antes de caminar. Aquí es donde te va dar la tentación de dar saltitos para subir la mochila un poco más, mejor evítalos apretando cinchas con la mochila aún apoyada en el poyete. Yo me la quito siempre, aunque sean dos minutos de parada, la sensación de flotar cuando desaparece la carga es de las más placenteras que se pueden experimentar, así que cuantas más veces mejor, mi espalda y mis hombros me lo agradecen sin protestar más hasta la siguiente parada.
  2. Sobreesfuerzos: Las lesiones producidas por un sobreesfuerzo instantáneo se notan enseguida, es como un pinchazo que te deja doblado, y, evidentemente no puedes seguir. Se producen al cargar la mochila a la espalda de un tirón, de un salto ( yo también lo he hecho, que conste), además una vez puesta, das un par de saltitos más como para subirla más, te olvidas del cinto de la cadera y todo el peso va a los hombros, así que si no te has lesionado al ponerla, te lesionarás durante la marcha con casi total seguridad. Con el tiempo te olvidas de las machadas, y buscas artimañas que te faciliten los trabajos, así que nada de colgar la mochila de salto, al contrario, busca una mesa que te quede a la altura de la pelvis, o un poquitín menos. pon la mochila en el borde, te colocas de espaldas, doblando un poco las rodillas para ajustar la altura del cinturón de la mochila y tu "hueso pelviano", aprieta el cinto y mete los brazos es su sitio, ajusta la medida como dijimos antes "et voila", mochila al hombro sin machacar ningún músculo. Hay veces que no tienes nada para apoyarte, bien, en ese caso, con las cinchas flojas siempre, mete primero tu brazo más hábil, a saber, el derecho los diestros el izquierdo los zurdos, luego el otro como si la mochila fuera un abrigo, dóblate hacia delante hasta que TODO el peso de la mochila esté en tu espalda, que estará casi horizontal, En esa postura abróchate el cinto y apriétalo. Despacito ponte derecho y ajusta las cinchas de los hombros, la correita del pecho y el todouno está servido.
  3. La carga. Todo lo anterior no sirve de nada si la mochila pesa 30 Kg y nosotros 70, porque no seremos capaces de movernos. Es difícil saber la carga recomendable, se comenta mucho que no debe pasar del 10% del peso propio. Eso supone que dado que yo peso 100 Kg, debería llevar como máximo 10 Kg . Bueno, valga como referencia. Las primeras veces mi mochila pesaba 13 y 14 Kg, mucho, las últimas 8 o 9 Kg, mejor. Hay que tener en cuenta que si llevas agua y comida para el día, el peso puede variar fácil 2 o 2,5 Kg . Tambien hay personas muy fuertes para las que 15 Kg es una minucia y otras que no podrían con 8 Kg. Lo mejor es que cuando vayas a preparar tus pies y tus botas, entrenando antes de empezar el Camino, lleves también tu mochila cargada con lo que preveas que te vas a llevar, así te darás cuenta de lo que de verdad te va a hacer falta y la cantidad de cosas que sobran.